“Cada vez que alcanzamos la cima de una cresta decimos ‘quizás ésta es la última’, pero nunca es la última”
Ernest Shackleton

17 de marzo de 2014

¿Da exclusividad no estar en redes sociales?


Últimamente podemos leer varios artículos sobre por qué los principales directivos empresariales y políticos no están en las redes sociales. Se habla de posibles “miedos” a decir algo inconveniente o a no tener suficientes seguidores que representen su posicionamiento social o su influencia empresarial o política, incluso se ha especulado con que David Cameron haya podido “comprar” seguidores en Facebook para su perfil personal por unos 9.000€ de inversión en publicidad a cargo de su partido por tener unos 20.000 seguidores menos que su rival.

Parece que hemos pasado de una situación de generar prestigio por estar en Internet a todo lo contrario. Da la sensación de que quién no está presente en las redes crea una especie de exclusividad por no hacer lo mismo que hacen los demás. Incluso han salido algunas voces sobre el tiempo que se “pierde” creando y leyendo contenidos.

Este desconcierto y conjunto de miedos hacen que numerosas personas tengan su propio “personal community manager” que les gestiona su perfil adecuadamente en función del objetivo propuesto.

La realidad es que el 2.0 ha supuesto una revolución y sobre todo un enriquecimiento en la información y comunicación. Lo que ocurre es que las redes sociales no deben convertirse en una obligación. Esas normas que proclaman los gurús en marketing y algunas agencias, que dicen que hay que ser activos constantemente, estar siempre disponibles, etc., pueden ser perjudiciales y generar un volumen de información sobre saturado y no siempre con la calidad deseada.

¿Cuánta información generamos o consumimos que no es realmente útil? Hay que hablar cuando realmente se puede aportar. Las redes sociales deberían ser un espejo de lo que somos, profesional y/o personalmente, y no sólo una imagen de marca, el “fondo” ha de estar detrás, pero todo esto hay que saber gestionarlo.

Tampoco se trata de poner barreras, porque las redes son precisamente lo contrario, es una construcción colaborativa, con diferentes aportaciones enriquecidas con diferentes experiencias y puntos de vista. El mundo real es el off line, y lo que hagamos allí es lo que vale y lo que podemos demostrar, y para ello necesitamos tener información. El mundo virtual es un conjunto de ayudas para tener más información, poder ser más creativos, más ágiles, etc. Una imagen fuerte virtual tiene que estar cimentada en una base sólida off line.

No es válido pensar que escapar de tener una imagen en la red nos hace estar más cerca de la realidad. La realidad la conforman nuestras actividades diarias, y de aquí sale una experiencia que se puede compartir y que se puede enriquecer con otras. Si tomamos las redes sólo como un teatro en el que hay que actuar y vemos en ello una marca personal que alimentar, estaremos infravalorando el potencial de las redes, de las relaciones en general, con nosotros mismos y para los demás.

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