Si el marketing se caracteriza por algo es por la avidez de buscar nuevos canales útiles y sorprendentes para llegar a los clientes, a los potenciales o para fidelizar. Los códigos QR (Quick Response), basados en una matriz bidimensional de cuadrados blancos y negros con un código binario, ya tienen más de 20 años en el entorno digital (fueron inventados por Euge Damm y Joaco Retes en Japón y utilizados por la marca Toyota para catalogar inventarios), han encontrado un sitio como canal de marketing al llegar a los usuarios la capacidad de leerlos mediante los teléfonos móviles Smartphone.
A medida que aumenta el número de usuarios de estos dispositivos móviles, aumenta el número de empresas que incorporan a sus campañas de marketing elementos con código QR, y en cuestión de poco tiempo ha dejado ya de ser algo sorprendente y novedoso, pero aún existe la oportunidad de ser eficaz si se acompaña de una buena creatividad publicitaria y de marketing.
Poder acceder a una URL instantáneamente, sin teclearla, viendo la información rápidamente y en cualquier lugar, nos vuelve a recordar que la venta por impulso tiene nuevas oportunidades, ya que las empresas pueden distribuir sus “escaparates virtuales” y añadir ofertas, ampliando la posibilidad de alcance geográfico y de personalización de ofertas según las zonas.
Teniendo en cuenta que aunque el código QR pierda hasta un 30% de legibilidad sigue siendo posible su lectura digital, aumenta el número de soportes sobre el que se puede poner. Cada vez es más habitual verlo puesto sobre los cristales de los negocios comerciales, vallas publicitarias, revistas, pero también los hay en los envoltorios y envases de ciertos productos, camisetas, tarjetas de visita, impreso sobre productos de promoción como galletas e incluso monedas (como hizo la Real Casa de la Moneda de Holanda), o lo más sorprendente, como vestimenta de modelos, tal y como hizo la marca Victoria’s Secret, etc. Toda esta difusión hace que cada vez sean más conocidos y utilizados, porque además tienen un elemento que atrae, y es el cierto “misterio” que envuelve el lugar al que llegarás cuando se lee el código, que puede ser una landingpage con algún tipo de promoción especial.
Porque una campaña en la que se utilice un código QR debería tener una URL específica para los usuarios de este código, con algún tipo de “premio” o exclusividad para que puedan sentirse motivados a utilizarlo, tiene que ser algo diferente a lo que podrían encontrar tecleando la web, incluso puede ser una redirección a una de las redes sociales o la descarga de un PDF. Además ha de ser una landingpage realizada y optimizada para ser visionada en dispositivos móviles (Smartphone, tabletas, etc.). Es una tecnología al alcance de cualquier empresa, capaz de generar estadísticas y facilitar el seguimiento del número de usuarios. Otra ventaja es que se puede utilizar n solo código para ir actualizando la información que queremos transmitir, al modificar sólo el sitio web y mantener la URL. Cada empresa, dependiendo de su tamaño, estructura y sector, tiene la posibilidad de realizar una campaña muy diferente, y de colocar este código en un lugar y soporte también diferente.
Las instituciones públicas (museos, ayuntamientos, etc.), e incluso algunas organizaciones privadas, pueden llegar a crear verdaderos montajes en los que se maximice la experiencia de los usuarios al hacerles participar descubriendo información de una forma interactiva (en New York se utilizaron en Central Park).
La mejor ventaja es la ventana a las posibilidades que se abren, que son casi tan grandes como la capacidad creativa del diseño de campañas de marketing de cualquier empresa, independientemente de su tamaño o sector. El secreto está en la creatividad, pero no sólo al utilizar esta herramienta, sino al diseñar cualquier campaña de marketing con un objetivo de alcanzar un gran impacto. ¿Es una moda el código QR? No sabemos su permanencia, por ahora podemos decir que es paralela al desarrollo y uso de la tecnología, pero actualmente es una realidad como canal, se puede y debemos utilizarlo, y el elemento sorprendente que se pierde con su popularización, se puede cubrir mediante creatividad.
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