“Cada vez que alcanzamos la cima de una cresta decimos ‘quizás ésta es la última’, pero nunca es la última”
Ernest Shackleton

19 de enero de 2011

Tecnología a la medida de los usuarios

En estos últimos meses, en el metro de Madrid, se puede uno dar cuenta de que cada vez hay más usuarios de libros electrónicos. El metro ya era un lugar interesante en el que se podía observar cómo en estos últimos años se propagaba el hábito de la lectura en libros de formato tradicional, hasta tal punto que “Metro de Madrid” ha establecido puntos de biblioteca en determinados lugares de su red.

¿La tecnología tiene un precio razonable, atrae en sí misma, trae utilidades realmente necesarias o es moda? Digamos que es un poco de todo. Pero este poco de todo es la receta que los marketinianos deben conocer para diseñar y proponer un producto que “tecnológicamente sea posible”. Imaginémonos que uno de los factores falla: el precio alto sólo atraería a los “seguidores reales” de la tecnología, si no se incorporasen nuevas funciones en los aparatos sólo se podrían diferenciar por su diseño, si no se invierte en diseño nos quedamos sólo con “cazadores de necesidades o de innovación”. Pero buscamos vender “diferenciación”. Las personas en la sociedad actual, en la que la globalización hace que se viva casi igual en un barrio de Tokio, de New York o de Madrid, con las mismas marcas y tendencias, hace que cada persona individualmente busque diferenciarse, aunque realmente sólo signifique adherirse a un grupo más apersonal.

Actualmente vivimos rodeados de muchos más avances tecnológicos que hace algunas décadas, pero ¿realmente nos ha facilitad la vida? ¿tenemos más tiempo libre o menos horas de trabajo? Al preguntarnos estas cuestiones podemos decir que sería injusto decir que no, pero que el ratio velocidad de desarrollo e implementación tecnológica en la sociedad no se corresponde con el terreno ganado al tiempo libre.

¿Nos creamos necesidades? En parte sí, pero es un tributo que hay que pagar a la sociedad de consumo actual y al desarrollo que ello implica, la equivocación sería pensar que adquiriendo tecnología se adquiere tiempo para invertir en felicidad personal.

Los marketinianos debemos diseñar productos útiles o no, pero que se consuman. Las personas debemos poner la medida de lo que realmente necesitamos y dar esa medida a la oferta de productos que hay en el mercado. Pongo como ejemplo la tecnología porque su avance puede dar vértigo comparado con la evolución que el planeta ha tenido en su historia. El hombre debe de poner la medida a la tecnología.